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jueves, 24 de abril de 2014

El dinero es cuadrado.

Es injusto que me vaya a pasar toda mi vida rodeada de esta mugre en la que todos somos esclavos de algo. Me parece horrible que tenga que seguir las normas de una persona que morirá, y que al fin y al cabo, es la misma puta mierda que yo.
No entiendo en que clase de cabeza estaba la idea de hacer los edificios rectangulares, si los árboles no lo son, las televisiones cuadradas, cuadradas, horriblemente cuadradas, si las flores no lo son.
Soy una pequeña niña perdida en esta ciudad geométrica que me parece lo más feo del mundo, que pretende ser una triste linea de norte a sur, en la que a las personas importantes le borran de la cara las manchas que dicen a gritos que son humanos, donde miles de personas nos morimos por un beso porque las calles no tienen forma de labios, desembocan en la triste idea de vivir sin dejar huella, y muchos se empeñan en pintarla tanto, que el agua de lluvia las termina borrando.
Nadie quiere ver la sangre que has derramado por tu nuevo amor, y no me refiero a una persona, aquel sueño del que te enamoraste, todos quieren verlo como un logro de talento natural. Pero digo yo, que un sueño sin sangre derramada al lado del teléfono donde tan sólo esperabas, porque es lo único que puedes hacer a las cuatro de la mañana un miércoles de madrugada, no es un sueño, y mucho menos una victoria.
A mi hija le contaré que el alma de su madre no era más que una triste interpretación de un alma limpia, que soy una pistola sin balas, una persona hipócrita que utiliza cosas cuadradas. Soy la triste historia de la chica que no quería morir nunca porque eso le me parecía tan vulgar. Siempre he odiado hablar de mi misma en tercera persona, como si me mereciera ese respeto.
No quiero acabar siendo una desintegración en una caja de madera.
No quiero ver televisiones cuadradas.
Ni edificios.
Pero no puedo cambiar el sentido en el que giran las cosas. Ni el color del agua. Ni la escasez de Verona en los ojos de la gente.

miércoles, 23 de abril de 2014

Odio el invierno


Siento un fuego intenso que me abrasa los órganos, que me pide que siga así, pero con calma, siempre con el terrible miedo a congelarse.
He estado mucho tiempo sentada a los pies de las puertas del abismo, en un punto muerto en el que las extremidades de mi cuerpo se caían.
He estado pendiendo de un hilo en medio del cielo desde el que podía caer al vacío, y para estar tan cerca del paraíso, se parecía más a los escombros del maldito infierno.
Tus ojos han estado persiguiendome, una persecución fría. Tus ojos escupen arena en estado sólido.
Eres tinta y borrones de unas manos que sólo quieren dibujar una sonrisa.
La brisa de otoño que te recuerda que en pocos días llegará el invierno, maldito invierno que me seca los labios.
Tus facciones fuertes me recuerdan que no lo eres, que eres débil, pero derrumbarias a cualquiera con tan sólo tocarlo.
Es inútil. Nombrarte. Hablarte. Besarte en sueños.
Inútil es una palabra tan fea...
Una vergüenza para la lengua, y una astilla para mi.

Alma insonora


El secreto de las almas se descubren en los momentos claves, los momentos que destacan del resto por su dolor o felicidad.
Mi alma, es transparente, tan incolora que no pide atención, y tan insonora que no la tiene. Es triste saberlo, siempre pensé que estaba llena de flores, que de mi mente broraban tallos de caricias, pues mis pies siempre se han muerto por tocar el mar como si fueran peces ahogandose cada vez que llegaba el verano. Creía que eso me hacía especial. En el fondo lo sigo creyendo, pero es irónico saber a la vez que otros ojos te ven como misero polvo en una gran ventisca.
No me importa, sigo viviendo entre mariposas.
No me importa, mi madre sigue creyendo que tengo en Don de la palabra.
No me importa, las personas a las que necesito me siguen viendo como una noche fresca de verano (que es lo que más me gusta en el mundo)
Pero esos ojos... esos ojos vacíos, ven mi corazón entre tinieblas, entre espinas y ácidos.
No estoy segura de donde se encuentra mi corazón, yo tengo una perspectiva, que tal vez sea cierta o no, porque la mayoría de personas que pasan por mi vida se lo imaginan en alguna situación. Los más afortunados en cuanto a autoestima se lo imaginan en sus manos, algunos en el fondo de una bañera hasta arriba de Ginebra, o enterrado bajo tierra donde nadie puede alcanzarlo. Yo lo siento en mi pecho, bajo mis costillas, bombeando sangre y algunas veces en mejor estado que otras.

lunes, 21 de abril de 2014

Corazón de martillo.

Vivo en la desesperancia de ser y no parecer. Pues me pudro en cada aroma que desprende tu piel, y no lo parece.
Tus ojos son como una explosión de angustia, en la que me pierdo continuamente. La angustia me mata, me come y me absorbe. Mis ojos se hacen ceniza al encontrarse con los tuyos.
Mi piel se seca porque eres odio. Odio de mi a mi. Eres algo roto que rompe lo demás, y yo... Yo vivo enamorada de lo roto, de lo podrido, y media parte de mi cuerpo lo está. Es reconfortante para mí arreglar algo, alguien, porque imagino que soy yo. Nadie me ha arreglado en estos años que llevo de vida, y he empezado a creer que nací rota, que algo estaba mal desde el principio.
En tus piezas veo las mías. El deseo porque tu corazón sienta algo es más grande que el deseo porque el mío deje de hacerlo. Estas destruido y estás destruyendome. Mi destrucción no te da fuerzas, es alivio, y poca importancia.
Mis ojos se hacen polvo, del esfuerzo por sostenerse. Mis manos se hacen líquido, de sostener tus piezas, de unirlas. El esfuerzo es enorme, pero el resultado más, por el simple hecho de que tienes más piezas de las que poseias, porque siempre he dicho que es mejor estar roto que podrido, porque lo roto se arregla, pero lo podrido no se puede resucitar.
Cuando te encontré, tus piezas estaban perdidas, las habías dejado en cada sitio donde habían sido arrancadas. Tu alma estaba desperdigada por los bares de la ciudad y el en fondo de las botellas de Tequila. 

No había piezas, por eso arranqué las mías. Dolía, y duele. Pero aquí estoy, utilizando mi corazón como martillo y mi sangre como pegamento para unir el perfecto mosaico que es tu alma

Las mentiras son buenas verdades.

Me declaro masoquista, por perseguir sueños que te rompen, por tener sueños que se rompen. Se rompen solos, con el ligero sople de viento. 
Me declaro mentirosa, porque en realidad no tengo ningún sueño. Pero se trata de eso, de mentir, el poeta es mentiroso, cuanto más miente, mejor poeta, se trata de interpretar.
-Dígame usted señor, que tiene mejor calidad, ¿Un escritor que desvela sus secretos al público, o aquel que lo desvela, pero nadie se da cuenta? Dígame, si lloriquear con un bolígrafo sobre papel es escribir. Pues pienso que no, que el arte viene de dentro, y no de fuera. Los acontecimientos no te hacen ser buen escritor, la depresión no te hace buen escritor, pues entonces estarás desvelando los secretos de tu alma, y ningún buen escritor quiere eso. Se trata de escribir entre líneas, ver en tus obras lo que nadie más puede, y entonces será arte.
-Y, ¿Quien le ha enseñado todo eso?-Respondió.
-La vida señor, los secretos no son un plato de buen gusto cuando todo el mundo los conoce.
-Vaya, debe de tener unos secretos muy profundos. Será difícil para usted guardarlos.
-Todo lo contrario, yo no tengo secretos. Bueno, si los tengo, pero no los conozco, no conozco el secreto de mi persona, ni lo que me hace fuerte, ni lo que me hace débil. Pero, ¿Quien se conoce? Todos, estoy casi segura de que somos todos, perdemos nuestra vida intentando conocernos, descubriendo lo que nos hace felices, porque, sea sincero, si supiéramos lo que nos hace felices, ¿No lucharíamos por ello desde que nacemos? Tengo una teoría, sobre que los sueños sólo son un intento por descubrir si algo nos gusta. ¿No se ha preguntado nunca el porqué de sus gustos? Pues yo no sé los míos, cuando alguien me pregunta sobre mi color favorito, digo uno al azar. No sé si todo lo que hago lo hago por apariencia, y que quiero aparentar, y hacia quien, ¿Usted lo sabe? ¿Se conoce?
-La verdad, sólo sé que me gusta el verde, nunca me  he preguntado el porqué, supongo que cada persona nace con una personalidad, o con un programa dentro de todos, y de ahí los cambios repentinos de gustos de la infancia a la adolescencia. Tal vez sea instinto.
-Pues yo carezco de él, nunca lo he tenido ni lo tendré.
-Es muy joven para hablar así de la vida.
-Exacto, pero recuerde, que usted sólo me ve, no puede sentirme, ni sentir lo que siento yo, sé que en este mundo soy joven, porque aquí nada se aprecia, pero en un mundo paralelo los años y la madurez se piden por el desgaste de su alma, y le juro que en ese mundo sería una persona a punto de morir.

domingo, 20 de abril de 2014

Estaciones.

De la cama al sofá hay demasiados pasos, y no quiero dejar de ver la primavera desde mi ventana.
El cálido aroma de tu ausencia recorre mi cuerpo, y no me importa. Mi cuerpo sigue tumbado, esperando una llamada de emergencia que no necesito.
Este triste otoño fue mojado, y la lluvia derrama todo los colores hasta llevarlos al mar.
Que triste es creer sólo cuando tienes una cruz delante. Que triste es desnudarse sólo cuando hueles a sal. Que triste es, empezar a hacerte heridas sólo cuando tienes desinfectante en las manos. Por lo tanto, que triste es amar sólo cuando sabes que te aman. Para valorar el amor hay que sufrir, y así decidir si merece la pena resucitar con cada amanecer.
Quiero ojos que se besen, y no tener que renovar de personalidad cada estación, como si fuera una planta.