.

.

jueves, 22 de mayo de 2014

Hay venas

Me están saliendo muelas en el corazón y siento la sangre brotar tan fuerte como si fueran raíces. No son raíces porque no hay flores. Mis pensamientos desembocan siempre en lo mismo, en él mismo, me da igual, siempre me ha gustado el mar. Los vientos son siempre los mismos, pero ahora saben a azúcar, tan dulce y suave, como unos labios finos rodeados de una fuerte mandíbula o unas cejas perfectamente expresivas.
Ahora la brisa es tranquila. Estas tranquilo, y duermes bajo la tortura de no saber a donde van a parar los tiros.
Yo vivo desesperada porque los dedos de los pies no se entrelazan, y si no lo hacen no le encuentro ningún sentido.
Sé que en el fondo eso también te importa, yo tampoco lo digo.
Los huesos se me salen de los ojos, y creo que me está creciendo otro pulmón, pero no me siento mal. Estoy tan sólo sintiendo impactos de mariposas lanzadas con una pistola.
Disimulas y te escondes, pero yo sé lo que sé, o lo que quiero saber.
Ojalá me salgan letras de las orejas durante mucho tiempo.

miércoles, 21 de mayo de 2014

En el callejón de mis manos

Me han extirpado las manos, y por eso no puedo hablar.
El otro día me vi por la calle y no quise saludarme, estoy más rara que nunca. Tal vez debería haberme avisado que la extremada saturación era tan dañina como el vacío, o tal vez he hecho bien en dejarme a manos de la aventura y descubrir por mi sola que es lo que más me pudre el hígado.
Me vi, y quise pegarme, decía cosas sin sentido como si alguien me escuchase, como si creyera que estaba diciendo algo útil, maldita ingenua.
Al momento quise abrazarme, envolverme en una manta y darme un vaso con chocolate caliente. Podríamos haber hablado, de mi, de nosotras, podría haberle dicho que se atara los cordones, que no confiara tanto en los desconocidos y que el truco estaba en dejarse llevar, en cambio la dejé, sola ante el peligro, sin barreras ni llaves ni acertijos.
Ahora estoy sufriendo no haberla parado, porque me duelen las manos.

domingo, 18 de mayo de 2014

La desintegración de los domingos.

Hay días que son como hoy, en los que no quieres a nadie y quieres a todo el mundo.
Me siento destrozada, más bien siento que me estoy destrozando.
Son los domingos, los domingos son destructivos. Domingos que te dicen "eh, esta semana la has jodido", con sabor a añoranza y con la misma pregunta de siempre, que estoy haciendo, a donde voy. Es estúpido preguntarse eso, si nisiquiera sé si mañana seré feliz.
Esta semana ha sido difícil, como todas, pero este es el día en el que me doy cuenta. Demasiado consciente para las pequeñas cosas, pero si estoy moralmente bien o no a mi corazón le importa una mierda.
Nunca he creído eso que dicen, que la vida te quita lo que te da, pues prefiero pensar que soy yo la que hace que se marchiten todas las flores de Málaga y no el maldito tiempo. Es horrible pensar que no tenemos nada que ver con el calentamiento global, no creo que seamos tan insignificantes. Que los terremotos no son nuestra culpa, como si sólo fuéramos una pisada más en el hielo, sin ninguna marca.
Yo en cambio, me echo la culpa de todo, de los asesinatos, del terrorismo, de la crisis y de la próxima tercera guerra mundial, porque admiro mis pisadas.
Pero hoy no tengo la culpa de nada, ni de mi fracaso como escritora, ni del desorden del baño.
Me sabe la boca a tabaco y sigo en la misma postura que hace dos horas, mirando fijamente a las puertas de mis armarios, por si acaso se abre solo, y eso no quiero perdermelo.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Hogar

Me encuentro entre cuatro paredes que forman un cuadrado a la que los humanos le llaman casa.
Poco a poco esto se ha ido deteriorando, y entrar por la puerta no es más que una punzada en lo más hondo de mi pobre corazón. Los muebles están limpios, y perfectamente ordenados, para que no parezca que aquí reina el caos.
En la mesa, a la hora de comer, se crea una imagen mentirosa de la familia ideal, la mesa perfectamente puesta y cada uno con su sitio asignado, como si nadie supiera que preferiría comer en plena calle un día de frío. Hay demasiada comida para el apetito que tengo.
Aquí los platos se rompen solos, y las puertas dan porrazos por mi culpa.
El techo se cae de tanto arreglarlo.
Nado en mi habitación todas las noches, y nadie se da cuenta.
Que triste es que todos quieran cumplir un ideal, y que tu no puedas ni cumplir en tuyo propio.
La casa está insonorizada para seguir la línea de felicidad por la que debemos fotografiarnos, para que nadie escuche como tiemblan las paredes.
Me siento derrotada porque no tengo hogar. Lo sé, tengo un techo y cuatro paredes, pero todos estos llenos de espinas y derrotas, de insatisfacción y culpa.
Es demasiado grande y reina el vacío.
Demasiado pequeña para esconderse en sí misma.
Demasiado fría para ser feliz.

lunes, 12 de mayo de 2014

El hielo quema.

Gracias a dios que no puedo volar, porque me caería del cansancio, y prefiero caer del suelo al suelo.
Te tragas el orgullo y lo escupes con más fuerza.
Tu mandíbula es fuerte y calmada a la vez.
Eres tan indescifrable que asusta, ¿Que hay detrás de cada suspiro? ¿Que es lo que pretendes?
Eres tan infantil que podrías descargar toda tu furia sin pensar en las consecuencias, y tan maduro que no lo harías por pensar en todas ellas.
El hielo quema, y eso eres. Un reflejo del arena caliente. La luna en su época más brillante, que penetra en los ojos de los seres de tal manera que se hace indispensable.
Tan sólo eres un puzle de infinitas piezas, imposible de completar. Se ve el dolor pero nadie sabe de donde procede.
¿De donde vienes? No se nada y quiero saberlo todo.
Los espejos de tu interior se han dado la vuelta, y ahora nadie sabe lo que ocurre en tu cabeza.
Eres todo un misterio.

sábado, 10 de mayo de 2014

Siete días sin latir, partir, y sin vivir.

Las frases tristes de una noche de verano se crean dos meses antes, como un embarazo.
Mi cuerpo está cansado y me refugio en cualquier cosa que me mate.
Mi boca no pide nada, y como no pide, no tiene.
Veo los corazones flotando por el aire, besándose entre ellos, locos por comerse. Maldita sea, que mi corazón se asusta tan sólo porque alguien le invite a salir. Se muere de miedo todas esas noches en las que bombea demasiado.
Ahora nada duele, pero la verdad es que duele todo.
Creo que soy demasiado cociente, me gustaría no darme cuenta de que llegas, de que hablas y de que me miras. De que se me paran los sentidos, de que escucho explosiones en disneylandia y gritos bajo el mar.
7 días cansada de estar cansada, soñando sin estar dormida, pero tampoco despierta. Temiendo cada latido y cada pulso.
7 días con los dedos temblorosos sin poder escribir, replanteandome si merece la pena hacer algo que te gusta pero que no eres la mejor en ello.
7 días con el impulso de decirles a todo el mundo que me molesta lo que hacen, que me molesta que se quejen de cosas maravillosas.
7 días en los que no he hecho nada, en los que he estado callada, en los que podría haber cambiado el mundo, y esto sigue igual.
Ahora sé, que estoy creando las frases tristes del próximo verano, y es la peor parte.

jueves, 8 de mayo de 2014

Primaveras terroríficas.

Tengo miedo a no ser suficiente.
A quedarme en las puertas de lo que podría haber sido.
Tengo miedo a ser insonora, a no bailar cuando los demás bailen.
A ser incompleta.
No quiero ser la primavera, pues me desespera las ansias.
La primavera es sólo un entretenimiento del que nos aprovechamos hasta que llega el verano.
Es un aviso, que se queda en las puertas.
Es insuficiente.
Quiero que las cosas lleguen de golpe, sin previo aviso, así mi cuerpo se acostumbrara a los terremotos y será más fácil arrancarte cuando mi cama te parezca fría.
Prefiero que las cosas tengan fecha de caducidad, a que se vayan caducando poco a poco.
Con cosas me refiero a ti, ya sabes.
No caduques nunca, por favor.

martes, 6 de mayo de 2014

La culpa.

La culpa la tienen los edificios, las fuentes y los negocios, los programas de televisión y los pintauñas. Temo informarles de que este mundo se muere, y lo sé porque mi pequeña casa se cae a pedazos, y si esto tan diminuto se pudre, este enorme mundo perderá toda la gravedad pronto, por lo menos para mí.
La culpa la tienen los cuadrados, por ser cuadrados.
Ayer la abrieron en canal, y su corazón echaba sangre, porque no tenía nada más. Su casa está boca abajo, pero las cosas no se caen, sólo duelen. Sus labios sangran porque es su corazón.
Como no voy a creer que el mundo se marchita, si las flores de mi jardín se están desintegrando. Si África se muere de hambre y América de colesterol.
La preocupación al fin y al cabo es preocupación, no ayuda.
La culpa es de las camas, porque están frías. Necesitamos calor, y nos conformamos con una simple estufa que no nos gusta. Quiero abrasarme, quemarme, que me abrases y me quemes.
La culpa es tuya, es sólo tuya porque no puedo parar. Que me das ansiedad y estoy cansada. Déjame respirar, déjame soñar sin ti.
La culpa es mía, por querer echarle la culpa a alguien.

viernes, 2 de mayo de 2014

Sueños en peligro de extinción

Llevo noches soñando que mi corazón explota, y no sé por qué lo hace. En realidad sólo ha sido una noche, las demás veces a sido en 3D, pero solamente lo veía yo. Que triste, que mi corazón se esté desbordando y solo yo lo sienta, debe de ser tan bonito ver como se encoje, como se ensancha, como llora y como sonríe, porque mi corazón es como un niño pequeño. Tan inocente, esperando que alguien o acaricie sin mancharse de sangre.
Sueño que hay dos fetos en una bañera, no sé que sentido tiene eso, pero una bomba estalla en uno de sus corazones y explota. No me muero si explota, tan sólo me siento débil, pero entiendo que eso es el amor. Y sigue explotando pero no se desangra, esta vez si se ve, se ve como explota y gracias a dios que puedo verlo, porque me parece lo más precioso del mundo.
También sueño con medusas, y las entiendo, se quejan y las oigo. Me gustaría ser como ellas, tan temidas. Pequeños seres que dan descargas, y que bonito sería producir electricidad debajo del agua. Sólo hay que entenderlas, se sienten solas, nadan hacia cualquier persona esperando una muestra de cariño, ojalá fuera como ellas, dejando marca en todo el mundo. Escocer y recordar que te la encontraste. Después una bonita cicatriz. Cicatriz que es cicatriz porque no se cierra. Nadar y que te saquen del agua porque eres un peligro, y que te entierren en la playa, que venga gente que no conoces para ver como te echan arena y poco a poco te entierran. Que asistan a tu funeral sin lágrimas, todos felices, me encantaría.
En eso se basan mis noches, en soñar, soñar cosas que no sé que quiero, que no sé que existen. Creo que debo llorar en sueños, de tanta confusión, porque el mundo sigue igual, pero mi cabeza cada noche se va por su cuenta, se convierte en pájaro y vuela cada rincón del planeta que me parece horrible. Me duelen los pies de caminar en mi cabeza, y la barriga de tener embarazos psicológicos creyendo que mi corazón es un bebé.