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domingo, 10 de agosto de 2014

Hacer de un agosto mayo.

Siempre había pensado que la mejor parte del amor era cuando aún no tenías nada, cuando todo eran esperanzas o posibles decepciones, cuando disimular se hacía divertido y a nada ocurría fuera de mi cabeza. Siempre había pensado que esa era la mejor parte porque yo tenía la capacidad de elegir, de elegir porque me enamoraria o sufriría levemente.
Las esperanzas pueden ser algo más que eso, esperanza de que todo será perfecto, tantas esperanzas que tienen credibilidad.
En cambio ahora no hay esperanza alguna que sea incierta.
La mejor parte del amor, ahora puedo contarlo, son las náuseas y los mareos, los temblores de piernas y los besos a medias. La mejor parte del amor es no tener esperanza alguna.
Nunca he tenido una lista de cualidades que necesite para querer a alguien, pero me he dado cuenta de que tu las cumples todas.
Llevo un tiempo planteandome si creo en el destino, pero es que me parece demasiado presumida por mi parte atribuirme todo el mérito de haberte encontrado.
Duermo con tu olor pegado al cuerpo y me parece la mejor forma de dormir, mucho más que hacerlo contigo, así mis ansias harán los besos del día siguiente más apetitosos.
Aquí me tienes, suspirando levemente poco a poco, todos los escalofríos que me despeinan y reteniendo con mi cuerpo los ataques de ansiedad cuando me sueltas la mano, como si vertiera agua en un vaso agujereado.
Sólo sé, que estoy al borde de algo genial o de caerme. Siempre es bueno arriesgar.

domingo, 3 de agosto de 2014

Raíces

Sólo quiero contar que he estado por mucho tiempo sumergida en una nube azul y tengo tantas cosas que decir que ninguna sale, así que hablaré en forma de suspiro.
Cuando vuelvo a mi casa mi oso de peluche me sonríe, como si lo supiera todo, pero no sabe nada. Tan solo ve, y observa los rasgos de mi rostro.
Estoy mucho más tranquila, pensando en por qué no he estado así por más tiempo, concentrada en cosas que no sea yo, y así por fin liberarme de la profunda depresión en la que me sumergía.
He volado en tanques directos hacia el océano, una misión tan suicida que sonreía tan sólo de pensarlo, me he llevado golpes que no me pertenecían y otros que si, algunos me los merecía tanto que no me los llevé.
La soledad física ayuda a pensar, y la soledad psíquica a destruirse.
He estado sola mucho tiempo, me refiero a completamente sola, sin pensamientos, ni sentimientos, sin dolor y sin compresión.
He viajado por diferentes situaciones, mías por supuesto, y lo único que hacía era echar en falta y empeorar.
La tristeza es algo que viene poco a poco, como la caída a un pozo, cuanto más cerca esté el fondo mejor, así es mucho más fácil escalar, pero bueno, la vida no es un pozo y se puede salir de un solo salto.
He estado pensando en la raíz de todo, y no hay raíz, por eso tengo miedo de que vuelva a brotar como broto, de la nada.