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domingo, 13 de noviembre de 2016

Julio

Esto sí que son fuegos artificiales. El secreto oculto de como sabían tus besos ha sido descubierto, y es totalmente lo que me temía, fuegos artificiales, los malditos fuegos artificiales de los que habla todo el mundo, con secuelas de añoranza, de que es lo que va a pasar y que es lo que está pasando.
Nadie debería vivir sin los fuegos artificiales.

Mis suspiros deberían enseñarte que cada vez que tus labios rozan los míos, es como si estuvieran hechos de metal y de repente se fundieran con el calor de los tuyos, como si cada beso fuera el primero, con las desesperaciones y las esperas, con las sorpresas y las ganas descargadas en ese preciso contacto en el que yo muero y vuelvo a nacer en cuestión de minutos y como si fuese la primera vez que como después de tres días de ayuna.

Quédate el resto de nuestra existencia cobijado en mi pecho, teniendo tu pelo a la altura de mi barbilla para que me haga cosquillas, total, no hay nada mejor que hacer en esta ciudad.
Tu delicadeza es todo lo que necesito en este momento, tus caricias que parecen la avenida de un océano, tus estilizadas manos tocando mis dedos, tan firmes, y suaves, que se derriten, y yo con ellas.
La comisura de tus labios es donde quiero acabar cada noche, para dormir en ella, y así estar completamente segura  de que no hay otro lugar en el mundo en que me conozca más.
No hay lugar, ni tiempo, ni cosa, ni certeza que pueda llegar a sentir lo que son tus labios cuando los muerdo, ni quiero que lo sientan.
No me importan todas las heridas que puedan llegar a hacerme los fuegos artificiales, ahora solo los estoy contemplando.