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miércoles, 11 de mayo de 2016

Árboles de cartón.

Soy el hermano menor del cuento de los tres cerditos, aquel que fabrica su casa de paja, porque no cree que haya algún lobo tan malo en el mundo, como para destrozarla y comérselo.
Que la pena de muerte es más muerte que pena, porque si fuera pena no existiría.
Soy el niño sietemesino que provocó su propio parto, para tener un mes más en el que cambiar el mundo. Un mes más en el que sin dudarlo, movería los cielos para que todas las personas del mundo miraran hacia arriba, por una vez en sus vidas, y dejaran de mirarse sus ombligos.
Soy el trozo de mar que sufre cada vez que tiene que romper una ola, por el simple hecho de que romper me parece una muerte prematura, en la que no te mueres, pero lo contemplas desde lejos.
Juro que pensé en convertirme en un terrón de azúcar, porque nunca llegué a pensar que las nubes mandarían llover, sin importarles que me derritiera. Tal vez tenía que llover para alimentar otras cosechas, y no le importaba causar inundaciones en parques y estaciones de trenes.
Si el mundo gira en una dirección, yo me he equivocado de flecha y me estoy llevando vientos de cara que me estropean la visión.
No tengo mas años que contar, tengo años que hacer. Ser insensible a la insensibilidad y cortarla de raíz, meterle un disparo entre ceja y ceja, y que se desangre delante de mis ojos. Ser intolerante a la intolerancia y no permitir su nombre en ninguna escuela. Decirle a los tiempos amargos que se endulcen, que nadie ha hecho nada como para que se distribuyan al azar las desgracias. Si vamos a jugar con ases preferiría que se me dijera antes de quemarlas para calentarme las manos, porque fuera hace frío, y yo no sabía que te podías refugiar a cambio de dinero, de papel, en fin.
Personas de cartón, hacen cajas con vuestras cabezas, y yo solo quiero hacer magia en un rincón mugriento de las callejuelas por las que pasan cabezas sin cabezas, sacar de la chistera un conejo y decirle que me quiera, que me puede querer, porque no hay nada más mágico que dejarse querer.
Ciudad de cartón, en ti se mueren y se salvan, se forman y se revelan, pero sobre todo te queman, y te estrujan hasta que te llenan de edificios y cuando no tengas nada más que darles, buscarán un trozo de campo en el que los cartones aún sean árboles, para volver a pedirle libertad al mundo, y cuando la tengan, enjaularla.

1 comentario:

  1. tu mayor admirador15 de mayo de 2016, 10:39

    cada vez que te leo es como si pisara un cachito de paraíso donde brilla toda la verdad de este mundo. Gracias por mostrar los verdaderos pensamientos humanos y no lo que estamos hartos de leer por ahí.
    sigue escribiendo, nunca dejara de ser tu mejor arma para combatir las injusticias de este mundo, vales mucho chica. un beso

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