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domingo, 18 de octubre de 2015

Si la vida te da algo, clavatelo en los costados para que no se vaya.

Siento volver a tras para ponerle mayúsculas a todas las palabras que nunca te dije. Siento, en cambio, haberte dicho todas las palabras a las que nunca les hubiera puesto mayúscula. No sé como colocar todas estas letras para que tengan el mero sentido que se merecen.
Sólo sé explicar lo que ocurre dentro de mis venas con tristes disculpas que, no deberían de ser disculpas, las hice queriendo.
Debería disculparme conmigo misma por dejar de curarme las heridas de las manos.
También debería hacerlo por dejar pasar el tiempo mirando como las enredaderas crecían hacia mi ventana, dejando la fachada totalmente cubierta. Ansiosa porque invadieran mi cuarto.
Ahora puedo decir que estoy verde, y no de experiencia.

lunes, 12 de octubre de 2015

La niña de la luz violeta

Pequeña niña de luz violeta, ¿Dónde estás? ya ni te reconozco, no te encuentro entre la oscura maleza del bosque. Te he buscado debajo de mis costillas y solo veo un corazón seco y gastado. La verdad es que me asusta mirar debajo. ¿Dónde están tus opiniones sobre el mundo? Me desespera no encontrar el martillo de plata con el que rompiste todas las paredes que se juntaban poco a poco, y todas esas puertas blindadas que no se abrían, siendo ellas las mayores oportunidades de mi vida. ¿Dónde dejaste todas las frases que me susurrabas antes de cada día? Que el mundo estaba hecho sólo de hojas, y tú eras una piedra coloreada con acuarelas que no borraba el agua.

Te han envuelto en sacos de esparto. ¿Y tu luz? Echo de menos el desparpajo con el que te enfrentabas a los días lluviosos en los que no te dolía la cabeza, y mojarte no era una terrible noticia para tu pelo. Has dejado que te amolden como a un trozo de plastilina nueva.

Te echo tanto de menos.

Tanto, que me arrancaría cada trozo de mi piel para dejarte salir. Para que brillases con luz propia otra vez, y contáramos juntas los días en los que no te abrías las rodillas de tanto correr por suelos resbaladizos y celebráramos los cuatro días seguidos y después los cinco, los seis, los siete y los ocho, así hasta que hubiera cicatrizado por completo. Celebrar que tu piel está lisa, que no tienes las manos atadas y que todas las cuerdas que te atan al suelo han sido cortadas de raíz.
¿Dónde dejaste esos andares san seguros? Ahora dudas ante la idea de dar un paso.

No pierdo la esperanza de que algún día te poses sobre mis hombros, te abraces a mí por la espalda y podamos dormir, andar, respirar y sentir sin piedras de por medio.

viernes, 9 de octubre de 2015

NEURAS

Tengo tantas cosas que decir que se me escapan las palabras por los ojos en forma de llanto, llevo días contemplando el techo de mi desordenada habitación a media noche, desordenando las sábanas y con ellas mis ideas precipitadas. Me asusta darme cuenta de que lo único que me calma es la serenidad con la que me miras, y me angustia saber que será lo único que me calmará las noches en las que mi teco vuelva a cobrar vida propia.
He debido de tragarme una semilla, pues me están creciendo raíces en el estómago revolviéndose contra mí, planeando florecer ya en primavera, amenazando con quedarse todo el invierno y apoderarse de mi garganta, para que, no pueda pensar en otra cosa que no sea dejar de pensar en dejar de pensar, para que no deje de creer que en cualquier momento el agua se deslizará por mis manos, y penderé de un hilo gastado, que ha sido utilizado para limar cuchillos.
Hasta nunca mar en calma, que hemos entrado de nuevo en el laberinto de las mareas, donde si andas te mojas y si no andas te mojas. El círculo interminable del que los años impares están malditos.

domingo, 4 de octubre de 2015

No llenes de flores mi casa, que no he muerto.


Nunca me sacio por completo.

No intentes que me conforme con un secador usado, solo consiento el viento y su arte con la que me despeina, no voy a bañarme nunca más en ningún sitio que no sea el mar, y beberé agua solamente de los ríos que nacen de las montañas heladas. No trago más blusas de seda, ni abrigos nuevos, quitar los aires acondicionados, que esto no está para que lo cambiemos a nuestro gusto.

Cada vez me pesa más. Tantas novedades. La gravedad.

La fragilidad que me caracteriza envuelta en papel de plástico, que vuela por debajo del suelo, la propia que me hace sonreír y a la vez mentir como nunca he mentido a nadie. Se me parten los huesos cada vez más rápido sin necesidad de estrellarse contras mentiras sin base.

Me da tanta lástima no pertenecerme, que me paso las noches y los sueños tirándome del pelo y siempre me escapo de mis manos.

No puedo conformarme con 52 minutos.