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domingo, 14 de enero de 2018

Mi niña

El pasado me persigue como una ortiga persigue a la niña que llevo dentro, a mi niña, mi interior, el profundo agujero de donde salen las flores, ella me esparce las semillas, las cuida, ella me canta melodías, me poda las hojas. A mi niña le persigue una ortiga, ayer me llenó de sangre el estómago, anduvo sobre un rosal descalza, me dijo que no creía que una flor pudiera hacerle a penas un rasguño. Le pidió perdón por haberlas pisado. A mi niña le persigue un monstruo y ella solo quiere abrazarlo. Ella solo quiere curarlo, arrancarle la espina que daña su corazón, que daña el corazón de todos los monstruos, que daña el corazón de todas las personas que odian.
La des-humanización me atormenta, me empuja como un huracán se lleva las hojas secas, hacia donde él quiera, ¿A caso hay algo más injusto que nos caiga a todos la lluvia por igual? Sin distinguir entre los que están en refugio y los que no. ¿Algo más injusto que el karma? Para los que ya se sienten culpables, que lo hicieron sin querer, que se resbalaron...
Mi niña me recogió el pelo con un lazo, así todos podrían verla, pero a mitad de camino se escondió, era ella la que no quería ver. No quería ver lágrimas escondidas en un saco de papel, no quería ver la ira en los ojos de la gente, no quería ver los árboles por el suelo, el frío en los huesos, la indiferencia en la calle, el sufrimiento, las llaves de las casas, pero no de los hogares. No quería verlas y mucho menos quería verlas en mí.

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