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lunes, 18 de enero de 2016

A medio vuelo.

Que tu y yo nos hemos encontrado en medio de un camino sin hacer, como un náufrago en un bote a la deriva que se encuentra con un trasatlántico, nos hemos encontrado como se encuentran los anillos entre los cojines de los sofás, como una señal de humo, o una llamada de S.O.S.
Yo, que estaba envuelta en señales de peligro, pintada de rojo reflectante, y aun así me las has quitado todas, dejando al descubierto una piel de porcelana frágil que se hace pedazos con el viento.
Yo, que guardaba mi corazón en una jaula para pájaros, y lo único que experimentó de volar fue cuando la jaula se calló del mueble de salón y tú, que la has abierto creando una llave que no sabía que existía y lo has lanzado a un acantilado, sabiendo que no va a caer al vacío, pero por si acaso, lo has atado a un salvavidas, que no solo salva, sino que enseña a volar.
Que he estado toda mi vida despeinada y ahora llevo lazos en el pelo.
Me he atado al frío descomunal solo para que tú me abrigues.
Espero que entiendas, que llevo mas dentro de los bolsillos, que colgado en el cuello, porque me parece de mala educación llevar la receta de un veneno a la vista de todos.
Que grito que no puedo más, pero es por la presión de las enredaderas saliendo de mi estómago, que se ha creado en mí una selva que arde, que se esconde detrás de mis órganos vitales y se ata a ellos, así nunca podrán estar separados.
Mi vida,
De ti.

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