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martes, 20 de septiembre de 2016

Las flores no hablan

Los girasoles hablan tras el cristal que forma mi inseguridad.
Dicen que para que salir de casa, si tú no alumbras la bahía por la que mis vestidos bailaban cada martes trece.
Para que cantarle una oda a la alegría, si la alegría se fue en el tren que arrolló mis pies.
Para que mirar un paisaje en el que no es primavera, en el que no es mi día porque nunca fueron míos.
Fueron tuyos.
Dicen que no haga la comida, si es que nadie más va a probarla.
Me dicen que a veces, para encajar con una persona que es tu mitad, tienes que partirte en dos para así poder encajar.
Lo chungo viene cuanto no te partes en dos, sino en más de 100 pedazos.
Entonces ves nevar tu cuerpo por dentro, cuando hace 43 grados en la calle, y está lloviendo, pero también hay un huracán.
Y es así como todas las catástrofes naturales van a parar a mi cabeza.
Dicen también, que aunque me vista de princesa, aunque me pinte los labios y los ojos, aunque me haga una foto sonriendo en el espejo, tengo una canción triste bajo los ojos.
No me claves tus puñales, porque duele.
Y me hacen mal
Tengo miedo de sentirme hielo, de sentir frio, de vaciar mi estómago con fármacos para un resfriado.
No vuelo,
no tengo luz.
Voy a arrancar los girasoles porque me hacen daño,
porque me recuerdan mi estado de lluvia,
porque me hablan,
porque no es primavera,
y se van a morir
tarde o temprano.

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