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jueves, 19 de enero de 2017

Catástrofe en los polos

Sentía en frío en la nariz cada vez que tú llegabas, tanto frío que casi me congelo al verte pasar por la estación.
No hagas reales mis pesadillas, porque ya le estoy cogiendo miedo a dormir.
Mi casa se estaba quemando, y cuando llamaron a la puerta deseé que fueras tú quien entrara, y no los bomberos.
Por eso tal vez sigo con una llama dentro del estómago.
La llama es mi fiel compañera, porque es mía, y de nadie más.
Te contaría más secretos, pero creo que tu cajón ya está hasta arriba. Papeles, libros, lápices. Todos ellos se salvan.
Yo me agarré a las sobras que quedan de los hilos que unistes para que pasaran todas tus cargas,
Y yo.
Tenía frío, un calor descomunal, y un sueño agotador, que no me dejaba dormir.
Tenía la casa prendida y el jardín lleno de nieve. Nieve que se cala en los huesos y no me dejaba tener calor.
Y fuego, fuego que ardía en mis entrañas y no me dejaba tener frío.
Lo que tenía era una herida, y quería que tú la curaras.

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