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viernes, 9 de octubre de 2015

NEURAS

Tengo tantas cosas que decir que se me escapan las palabras por los ojos en forma de llanto, llevo días contemplando el techo de mi desordenada habitación a media noche, desordenando las sábanas y con ellas mis ideas precipitadas. Me asusta darme cuenta de que lo único que me calma es la serenidad con la que me miras, y me angustia saber que será lo único que me calmará las noches en las que mi teco vuelva a cobrar vida propia.
He debido de tragarme una semilla, pues me están creciendo raíces en el estómago revolviéndose contra mí, planeando florecer ya en primavera, amenazando con quedarse todo el invierno y apoderarse de mi garganta, para que, no pueda pensar en otra cosa que no sea dejar de pensar en dejar de pensar, para que no deje de creer que en cualquier momento el agua se deslizará por mis manos, y penderé de un hilo gastado, que ha sido utilizado para limar cuchillos.
Hasta nunca mar en calma, que hemos entrado de nuevo en el laberinto de las mareas, donde si andas te mojas y si no andas te mojas. El círculo interminable del que los años impares están malditos.

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