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martes, 6 de mayo de 2014

La culpa.

La culpa la tienen los edificios, las fuentes y los negocios, los programas de televisión y los pintauñas. Temo informarles de que este mundo se muere, y lo sé porque mi pequeña casa se cae a pedazos, y si esto tan diminuto se pudre, este enorme mundo perderá toda la gravedad pronto, por lo menos para mí.
La culpa la tienen los cuadrados, por ser cuadrados.
Ayer la abrieron en canal, y su corazón echaba sangre, porque no tenía nada más. Su casa está boca abajo, pero las cosas no se caen, sólo duelen. Sus labios sangran porque es su corazón.
Como no voy a creer que el mundo se marchita, si las flores de mi jardín se están desintegrando. Si África se muere de hambre y América de colesterol.
La preocupación al fin y al cabo es preocupación, no ayuda.
La culpa es de las camas, porque están frías. Necesitamos calor, y nos conformamos con una simple estufa que no nos gusta. Quiero abrasarme, quemarme, que me abrases y me quemes.
La culpa es tuya, es sólo tuya porque no puedo parar. Que me das ansiedad y estoy cansada. Déjame respirar, déjame soñar sin ti.
La culpa es mía, por querer echarle la culpa a alguien.

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