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domingo, 18 de mayo de 2014

La desintegración de los domingos.

Hay días que son como hoy, en los que no quieres a nadie y quieres a todo el mundo.
Me siento destrozada, más bien siento que me estoy destrozando.
Son los domingos, los domingos son destructivos. Domingos que te dicen "eh, esta semana la has jodido", con sabor a añoranza y con la misma pregunta de siempre, que estoy haciendo, a donde voy. Es estúpido preguntarse eso, si nisiquiera sé si mañana seré feliz.
Esta semana ha sido difícil, como todas, pero este es el día en el que me doy cuenta. Demasiado consciente para las pequeñas cosas, pero si estoy moralmente bien o no a mi corazón le importa una mierda.
Nunca he creído eso que dicen, que la vida te quita lo que te da, pues prefiero pensar que soy yo la que hace que se marchiten todas las flores de Málaga y no el maldito tiempo. Es horrible pensar que no tenemos nada que ver con el calentamiento global, no creo que seamos tan insignificantes. Que los terremotos no son nuestra culpa, como si sólo fuéramos una pisada más en el hielo, sin ninguna marca.
Yo en cambio, me echo la culpa de todo, de los asesinatos, del terrorismo, de la crisis y de la próxima tercera guerra mundial, porque admiro mis pisadas.
Pero hoy no tengo la culpa de nada, ni de mi fracaso como escritora, ni del desorden del baño.
Me sabe la boca a tabaco y sigo en la misma postura que hace dos horas, mirando fijamente a las puertas de mis armarios, por si acaso se abre solo, y eso no quiero perdermelo.

1 comentario:

  1. Creo que escogí un trabajo donde las jornadas nunca sean regulares por la aprehensión que le tenía a los domingos cuando estudiante.

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